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Ahora era tiempo de ir a sus casas e invitarles a las clases de niños y grupos de pre-jóvenes que estábamos ofreciendo. Después de oraciones ardientes y reuniones devocionales salieron diez equipos de dos personas cada uno a las casas ubicadas en las seis cuadras que rodean el parque, ¡y qué experiencia era! No teníamos idea de lo caluroso de la bienvenida. “Esto es lo que nos ha hecho falta en nuestra comunidad!” dijo una señora. “Yo ni tenía tiempo para salir de mi casa – Dios les mandó directamente a mi puerta.” “Gracias por venir a mi casa”, dijo otro hombre. Se llenaban de lágrimas los ojos de otra señora mientra escuchaba las palabras hermosas de Bahá´u´lláh. Parecía que cada vez que pronunciaban de memoria las palabras de Bahá´u´lláh los maestros – los buscadores decía una y otra vez, “¿Qué dijiste? ¿Podrías repetir eso otra vez, por favor?”. Y cuando lo hacíamos, fueron profundamente conmovidos.
Las historias de enseñanza que emergían de estas visitas a los hogares nos siguen asombrando más alla de nuestras más altas esperanzas. Los maestros experimentaban que cada vez que presentaban la Fe usando la presentación de Ana, los buscadores fueron absolutamente cautivados. No sólo no hacían preguntas o no interrumpían sino si se les preguntaban para ver si tenían preguntas, solo decían, “Yo no tengo preguntas, por favor continúen.” Un buscador quería preguntar algo y luego se castigó a si mismo, diciendo, “Lo siento, no quise interrumpir -- ¡no me dejen interrumpir! Por favor, sigan.”