El sábado, 26 de mayo de 2012, la Asamblea Espiritual de Mexicali organizó un Taller del Derecho de Dios en la casa de la familia Méndez-Frazelle.  El tema de esta vez se trató de la relación entre esta sagrada Ley y el desarrollo socio-económico.  A continuación se cita el texto de 'Abdu'l-Bahá que se estudió.

huquq mexicali oriente

Como fue preordinado por la Fuente de la Creación, el templo del mundo ha sido diseñado a imagen y semejanza del cuerpo humano. De hecho, cada uno de ellos refleja la imagen del otro, ojalá observaras con ojos perspicaces. Con ello quiere decirse que tal como el cuerpo humano en este mundo, que exteriormente se compone de diferentes extremidades y órganos, constituye en realidad una entidad estrechamente integrada y coherente, la estructura del mundo físico es del mismo modo como un solo ser cuyas extremidades y miembros están inseparablemente ligados entre sí.

Si se observara con ojos que descubren las realidades de todas las cosas, quedaría claro que la máxima relación que mantiene unido al mundo del ser se halla en el ámbito de las cosas creadas mismas y que la colaboración, la ayuda mutua y la reciprocidad son características esenciales del cuerpo unificado del mundo del ser, por cuanto todas las cosas creadas están estrechamente relacionadas y cada una de ellas es influenciada por las demás u obtiene provecho de ellas, directa o indirectamente.

Considera, por ejemplo, que un grupo de cosas creadas constituye el reino vegetal y otro, el reino animal. Uno y otro grupo emplean determinados elementos del aire del cual depende la propia vida de ambos, en tanto que cada uno aumenta la cantidad de aquellos elementos que son esenciales para la vida del otro. En otras palabras, el crecimiento y desarrollo del mundo vegetal es imposible sin la existencia del reino animal y el mantenimiento de la vida animal es inconcebible sin la colaboración del reino vegetal. De igual género son las relaciones que existen entre todas las cosas creadas. De ahí que se haya afirmado que la colaboración y la reciprocidad son propiedades esenciales propias del sistema unificado del mundo de la existencia, sin las cuales la creación entera quedaría reducida a la nada.

Al examinar la amplitud de la creación verás que cuanto más alto se sitúa un reino de cosas creadas en el arco de ascenso, tanto más conspicuos son los signos y pruebas del hecho de que a un nivel superior la colaboración y reciprocidad son mayores que las existentes en el ámbito de un orden inferior. Por ejemplo, los signos evidentes de esta realidad fundamental son más apreciables en el reino vegetal que en el mineral, y aún más claras en el mundo animal que en el vegetal.

Así, al contemplar el mundo humano ves este maravilloso fenómeno resplandecer desde todos lados con la mayor perfección, por cuanto en este plano los actos de cooperación, de mutua ayuda y reciprocidad no se limitan al cuerpo ni a las cosas que pertenecen al mundo material, sino que valen para todas las condiciones, sean físicas o espirituales, tales como las relativas a la mente, los pensamientos, las opiniones, las costumbres, las actitudes, el entendimiento, los sentimientos y demás susceptibilidades humanas. En todas ellas hallarás firmemente establecidas esas relaciones vinculantes. Cuanto más se refuerce y expanda esta interrelación, tanto más avanzará la sociedad humana en el progreso y prosperidad. En efecto, sin estos nexos vitales será completamente imposible que el mundo de la humanidad alcance la verdadera felicidad.

Considera ahora, si este asunto trascendental reviste tal importancia entre las gentes que son meramente manifestaciones del mundo del ser, cuánto mayor no ha de ser el espíritu de cooperación y ayuda mutuas entre aquellos que son las esencias del mundo de la creación, quienes se han procurado abrigo a la sombra del Árbol celestial y son favorecidos por las manifestaciones de la gracia divina; y cómo, mediante sus denodados esfuerzos, su camaradería y concordia, han de ponerse de manifiesto las evidencias de este espíritu en cada esfera de su vida interior y exterior, en el dominio del espíritu y los misterios divinos y en todo lo relacionado con este mundo y el venidero. En consecuencia, no cabe duda de que han de estar dispuestos a ofrendar incluso la vida el uno por el otro.

Aquel es el principio básico en que se halla establecida la institución del Ḥuqúqu’lláh, por cuanto sus ingresos se dedican a la promoción de estos fines. De lo contrario, el único Dios verdadero ha sido y siempre será independiente de todo fuera de Él. Tal como Él ha permitido que todas las cosas creadas participen de Su ilimitada gracia y bondad, también puede conferir a Sus amados riqueza procedente de los tesoros de Su poder. Sin embargo, la sabiduría de este mandamiento está en que el acto de dar sea grato a los ojos de Dios. Considera lo gratísimo que ha de ser este grandioso acto en Su estima que Se lo ha atribuido a Su propio Ser. ¡Regocijaos entonces, oh pueblo de la generosidad!

Esperamos de todo corazón que en este Muy Grande Ciclo los maravillosos atributos del Misericordioso, por la infinita bondad y bendiciones del Rey de Gloria, hallen expresión en la vida de los siervos de Dios de modo tal que sus suaves aromas difundan su fragancia por todas las regiones.

Este asunto requiere mayor detalle, pero aquí lo hemos tratado brevemente.

'Abdu'l-Bahá